Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1884-1885 (Cortes de 1884 a 1886)
Sesión: 27 de abril de 1885
Cámara: Congreso de los diputados
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Presidente del Consejo de Ministros
Número y páginas del Diario de Sesiones: 135, 3686-3687
Tema: Elecciones Municipales de Madrid

Sobre la cuestión monárquica deseo que conste que habiendo pasado las cosas tal como ha manifestado el Sr. Presidente del Consejo de Ministros, sin embrago, antes de que S.S. se marchara se trató de la cuestión de Don Alfonso, porque yo no sé si recordará la impaciencia que tenía por tratar yo este punto, y hasta el conflicto que nos trajo su propia impaciencia, el general Sr. Caballero de Rodas, que vino allí y suscitó de plano el problema y dijo que el movimiento se había hecho a favor, con la bandera de Don Alfonso. El hecho fue muy notable, porque salió el general Caballero de Rodas muy disgustado de la reunión, y en aquellos momentos era un poco peligroso esto, tratándose de un general tan distinguido y bravo como el Sr. Caballero de Rodas. (El Sr. Presidente del Consejo de Ministros: No pertenecía a la Junta).

Por lo demás, yo sostuve esta idea de que si era posible, el Ministerio fuera anónimo, para ver si podía constituirse un Gobierno nacional, y porque deseaba contar con el concurso del Sr. Cánovas del Castillo, quien hizo notar desde luego que no entraría en el Ministerio si no desaparecía el nombre de Gobierno republicano. Pero en fin, esto no hace al caso ni destruye ninguna de mis afirmaciones.

Y vamos a la nueva doctrina del Sr. Presidente del Consejo de Ministros: la doctrina electoral. Aquí de lo que tratábamos era de restablecer la pureza del sistema electoral; para restablecerla, habíamos [3686] convenido todos los partidos, incluso el que acaudilla tan dignamente el Sr. Presidente del Consejo, precisamente en lo contrario de lo que S.S. ha dicho esta tarde; y si no, voy a recordar al Sr. Presidente del Consejo de Ministros un precepto de una ley hecha con el concurso de todos, con el concurso del partido conservador, siendo SS. SS. Gobierno, iniciada por sus señorías; porque entonces no hicimos nosotros más que apoyarlo.

Dice así el precepto legal:

"Art. 127. Cometen delito de coacción electoral, aunque no conste ni aparezca la intención de ejercer presión sobre los electores:

1º. Las autoridades civiles, militares o eclesiásticas, que dirigiéndose a los electores que de ellas dependan de una manera personal o directa, les prevengan o recomienden que den o nieguen su voto a un candidato, y los que haciendo uso de medios o de agentes oficiales, y autorizándose con timbres, sellos o membretes que puedan tener ese carácter, recomienden o reprueben candidaturas determinadas".

Me parece Sr. Presidente del Consejo, que no puede ser más concluyente. Ahora que S.S. olvida la doctrina y disposiciones que garantizan la sinceridad electoral, nos la propone a nosotros.

Pero S.S. padece también un error, y un error político de importancia y de gravísima trascendencia. Cree el Sr. Cánovas que un Gobierno es jefe de un partido y que está al frente de un partido como tal Gobierno, y ese es el error de S.S. El Gobierno está al frente de la Nación; es verdad que para llevar a la práctica las ideas de su partido y ayudado por éste; pero no está al frente de la Nación como jefe de un partido. Los partidos tienen sus medios, sus comités y su dirección política, y allí es donde se debaten, se discuten y se dirigen las cuestiones electorales; pero convertirse el Gobierno en agente electoral de un partido, ¡ah, no!; es hacer uso de los medios que da el poder, y eso es poner el poder de la Nación al servicio de un partido determinado. Ese es el vicio de la política de S.S.; que un Gobierno se convierta en jefe, en cacique de un partido, como si no fuera el Gobierno del país.

Después decía S.S. que el único partido obligado a restablecer la sinceridad electoral es el partido liberal, porque es el que más importancia le da. Pues, Sr. Presidente del Consejo de Ministros, si esto es así, y si la primera necesidad de este país es el restablecimiento de la sinceridad electoral, sobra S.S. en ese puesto y hace falta en el partido liberal. (Aprobación en las minorías). [3687]



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